A veces, me siento y reflexiono sobre la vida. Nuestro viaje aquí en la Tierra es similar a muchos caminos, algunos con numerosas intersecciones en las que debemos decidir qué camino tomar. Alguien puede compartir una experiencia que te impulse a tomar una decisión, probar algo nuevo o dejar ir a alguien o algo. Navegamos por estas calles hasta que nos encontramos con una que nos invita a quedarnos un poco más de lo habitual.
Te detienes, miras alrededor, hueles las flores, te inclinas y recoges esa piedra que normalmente patearías hacia un lado. Escuchas al viento hablándote cuando antes era solo un sonido. Tu piel siente la sensación de la lluvia, y te quedas, mientras que antes correrías a resguardarte. Miras hacia abajo y notas el brillo que el sol hace en el pavimento. Simplemente te detienes.
Continúas caminando, te preguntas si hay un fin en esta calle, si llegarás a un cruce donde tendrás que decidir qué camino tomar. Así que, esperas que eso no sea así. Quieres detenerte, seguir respirando el aroma de las flores al costado del camino, seguir sintiendo la lluvia en tu piel, seguir sintiendo el viento en tu rostro.
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